sábado, 6 de septiembre de 2008

Por ti...

La abracé y el tiempo se detuvo. Mientras sentía su calor en contacto con mi cuerpo miré a mi alrededor: pequeñas gotas de lluvia me miraban esperando a que llegara el momento apropiado para continuar su viaje hasta el suelo.

De golpe, como dos rayos atormentados, mis alas rompieron en mil pedazos la gabardina negra que las encarcelaba haciéndose visibles al resto de personas que nos observaban. Pareciendo tener vida propia nos envolvieron retorciendo nuestros huesos y como si de una pluma se tratara ante un huracán de inesperadas desdichas nos elevamos por encima de todo hasta poder contemplar la ciudad a nuestros pies.

Un az de luz era el que nos mantenía suspendidos en el aire. Entonces las alas comenzaron a soltarnos y se depositaron detrás mío. Seguía abrazándola, ella me apretaba cada vez más contra su pecho, y entre lágrimas se separó y me miró. Puedes volar? me preguntó. Y fue en ese momento, cuando las gotas prosiguieron su camino cuando le contesté: soy un ángel, pero sabes que por ti cruzaría el infierno.




Vuelve cuando quieras, aquí siempre eres bienvenido...

No hay comentarios: